Abolida la pena de muerte y sin juicio previo, locos que antes eran vuestros amantes han hecho de vosotras sus víctimas.
Las torturas psicológicas y el miedo, eran los barrotes de las celdas en las que se convirtieron vuestras casas.
Cuantas mujeres hay aún en el pasadizo de la muerte que espera el paso del tiempo sin ayuda, maltratadas, dentro de la prisión del silencio.
Víctimas de un terrorismo que pone minas de intolerancia, alambradas de incomprensión a vuestro canto de libertad, a vuestras voces que, en ocasiones sale y grita con las heridas.
DENUNCIEMOS SIEMPRE LOS MALOS TRATOS.
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